Anoche se inauguró en Sevilla la exposición titulada "La formación de los arquitectos jóvenes al servicio de la sociedad", en su segunda edición, organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos, la Fundación Fidas y HNA, que recogía los proyectos de 27 arquitectos colegiados en Sevilla y que trabajan por el territorio nacional e internacional.
En la muestra participaron arquitectos nacidos después de 1980 y con menos de 5 años de colegiación, que presentaron proyectos de arquitectura en distintas fases: proyectos de ideas, obras construidas, proyectos académicos, concursos...
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Después del reciente desastre provocado por el terremoto de Amatrice, en el centro de Italia, no son pocas las voces de expertos que ponen en duda los distintos métodos de prevención que podrían haber evitado un buen número de muertes como consecuencia del seísmo. A nadie se le escapa que, aunque el terremoto de la pasada semana fue de una intensidad muy fuerte, también en países como Japón se producen seísmos de la misma magnitud, e incluso mayores, que no provocan tanta destrucción como lo han hecho en Amatrice. La pregunta entonces es clara: ¿Tiene Italia un buena normativa antisísmica?
El nombre del estudio es una clara referencia a la película de Stanley Kubrick 2001: Una odisea del espacio (basada en el libro El Centinela, de Arthur C. Clarke), donde la trama principal viene protagonizada por la intervención de un monolito negro, aparentemente inerte, que aparece en momentos clave de la historia para ayudar a evolucionar a la Tierra y al ser humano. De ahí extraemos dos ideas: primero, que la arquitectura tiene que hacernos evolucionar. Una arquitectura pragmática y eficiente puede (y debe) transformar al territorio y a sus habitantes mejorando sus condiciones de vida; y segundo, que la intervención arquitectónica debe ser mínima. Si puede resolverse el problema con una intervención, una pieza, un "monolito", cualquier agregado está de sobra en la ecuación.
Igual que el sociólogo y los maestros deben modernizar sus enseñanzas para promulgar un modelo ciudadano donde no haya exclusiones de raza, color o creencia, el arquitecto debe crear ciudades donde ya no haya un centro para ricos y un extrarradio para trabajadores… donde no haya un barrio para excluídos al que tienen la osadía de llamar “las tres mil viviendas”, relegando a miles de personas a una vida que está muy lejos de los carteles de campaña política que rezan: “Sevilla, la ciudad de las personas…”
“…de las personas que votan”, podríamos añadir. El siguiente texto forma parte de un ensayo sobre la exclusión en las ciudades de nuestro tiempo publicado en Sevilla en 2010, que intenta aportar algunas propuestas para repensar la ciudad desde una óptica más humana. Quien esté interesado en el tema, podrá encontrar al final del artículo un enlace para descargar el libro en formato pdf. El pasado 15 de abril clausuramos el máster Architettura / Ambiente en Salerno, con la presentación de los últimos proyectos y la apertura al público de la muestra que podrá visitarse hasta el día 30 de este mes.
El periódico salernitano Il Mattino se hizo eco de los proyectos presentados y ha comenzado hoy a publicarlos en su edición impresa, en una serie de publicaciones que saldrán cada sábado y donde hablarán del desarrollo de la región italiana de la Campania en la que hemos trabajado durante estos últimos meses. Hace 5 años desarrollábamos un proyecto académico en el que el reto era imaginar cómo sería la ciudad dentro de 40 o 50 años, cuando las reservas de petróleo se agoten en la mayoría del planeta. El proyecto, que era muy extenso, se dividió en varios grupos y yo me encargué, junto a los compañeros Alberto Pardina, Antonio Cereceda y Gonzaga Mora, de imaginar un sistema de transporte colectivo para mejorar la sostenibilidad en la ciudad. Además, proyectábamos una serie de previsiones que nos permitían, a lo largo de una línea temporal, llegar desde la ciudad de nuestros días (el proyecto nació en Sevilla) hasta esa ciudad futura donde los combustibles fósiles no sean una opción.
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