Después del reciente desastre provocado por el terremoto de Amatrice, en el centro de Italia, no son pocas las voces de expertos que ponen en duda los distintos métodos de prevención que podrían haber evitado un buen número de muertes como consecuencia del seísmo. A nadie se le escapa que, aunque el terremoto de la pasada semana fue de una intensidad muy fuerte, también en países como Japón se producen seísmos de la misma magnitud, e incluso mayores, que no provocan tanta destrucción como lo han hecho en Amatrice. La pregunta entonces es clara: ¿Tiene Italia un buena normativa antisísmica? La respuesta es sí. Por su situación geográfica, los terremotos son un grave problema en toda la península itálica y desde hace varias décadas se ha venido legislando para intentar paliar sus consecuencias. Los problemas principales son dos: primero, que no se invierte el suficiente dinero para la puesta en práctica de esta normativa; y segundo, que las técnicas necesarias para su aplicación entran a menudo en contradicción con la conservación del patrimonio histórico. Vayamos por partes: En lo que respecta a las inversiones en materia de seguridad antisísmica, el ingeniero Alessandro Martelli habla claro: “En el país más inseguro de Europa, junto con Grecia y Turquía, la financiación llega con cuentagotas. Según la ley el gobierno debe asignar una importante suma del presupuesto anual para llegar a la seguridad estructural en una década, pero cada año dice que no hay dinero, lo que va agravando cada vez más la situación. Y después, cuando ocurre un desastre como el de Amatrice, se gastan el triple de dinero del que deberían haber invertido.” El triple de dinero es lo que cuesta la reconstrucción de los edificios, pero las vidas humanas no pueden contabilizarse en euros. En países como Japón, referente mundial en cuanto a seguridad antisísmica, el razonamiento es diferente. No se gastan tanto dinero en reconstrucción como Italia, porque invierten anualmente una buena parte de su presupuesto en prevención. Y como muestra de su eficacia, basta con tirar de hemeroteca para comprobar como terremotos de mayor magnitud que el de Amatrice en distintas zonas de Japón y de los Estados Unidos han provocado unos daños mucho menores. Los expertos aseguran que en Italia, el 80% de los edificios que se encuentran actualmente en zonas de riesgo sísmico no cumplen la normativa de seguridad y, por tanto, colapsarían de producirse un terremoto. Pero, ¿por qué no se aplica la normativa antisísmica? El primer motivo es, como ya se ha dicho, económico, pero también político. La normativa antisísmica solo vuelve al debate público cada vez que se produce un desastre como el último de Amatrice o el ocurrido hace 7 años en L’Aquila, lo que provoca que en la mayoría de ocasiones la aplicación de estas técnicas preventivas no sea una prioridad. Un caso práctico: en Italia existe un sistema de incentivos fiscales para los propietarios de edificios que decidan adaptar su inmueble a la normativa antisísmica, aunque sólo pueden beneficiarse de él aquellos edificios que estén situados en las zonas de riesgo 1 y 2 (existe hasta la zona 4). Estos incentivos permiten recuperar hasta el 65% del gasto invertido en la mejora del edificio y, sin embargo, no son tan solicitados como los incentivos de mejora energética de los edificios. ¿Por qué? Paolo Riva, vicepresidente de la Asociación de Ingeniería Sísmica Italiana, recuerda que estos incentivos no generan en el propietario un beneficio instantáneo, como sí lo hace la mejora energética (que automáticamente genera un ahorro en la factura de la luz mensual de las familias), sino que la inversión sólo resulta rentable en caso de terremoto. De nuevo, el debate sólo se produce tras el desastre. Lo cierto es que, en la actual situación de crisis económica, no todas las familias italianas pueden permitirse el precio de esta mejora estructural. El propio Riva recuerda también que el principal culpable es la falta de previsión del gobierno: “Los 4 mil millones que gastamos cada año, de media, en reconstruir edificios son el precio de la falta de previsión.” ![]() El segundo punto de debate, más allá del problema económico, tiene que ver con el patrimonio histórico de Italia, un país con un patrimonio antiguo y difuso, donde prácticamente cada ciudad y pueblo tiene un centro histórico y monumentos que en muchas ocasiones no podemos mejorar en materia de seguridad sin alterar su valor artístico o patrimonial. La importancia de los edificios históricos en Italia, así como de sus técnicas constructivas, hace que este país se diferencie de los ejemplos citados anteriormente como Japón y Estados Unidos. En realidad, el patrimonio arquitectónico supone el mayor peligro en Italia cuando se produce un terremoto, ya que son muchos los edificios que no están en grado de aguantar más terremotos y constituyen una gran parte de la arquitectura del centro de las ciudades italianas. De hecho, cuando se realiza una intervención sobre un edificio antiguo, no existe una exigencia rígida para cumplir con la normativa antisísmica de las nuevas construcciones, al contrario de lo que ocurre con las instalaciones de gas o de electricidad, por ejemplo, donde sí es obligatorio adaptarlas a las normativas actuales. Sin embargo, el rico patrimonio arquitectónico italiano también puede aportar soluciones al problema de la seguridad antisísmica, ya que son numerosos los ejemplos de edificios históricos que han demostrado aguantar la fuerza de los terremotos mucho mejor que algunas estructuras recientes, es más, a veces estos edificios históricos se han visto debilitados después de haber sido rehabilitados con materiales modernos. Sobre este hecho, Bernardino Chiaia explica que “las técnicas antisísmicas más avanzadas, como las que se usan en Japón, Estados Unidos, y también en Italia, son excelentes, pero no están adaptadas para los centros históricos de nuestras ciudades, por ser técnicas muy costosas y muy invasivas con el patrimonio histórico.” Chiaia, que es profesor de estructuras en el Politécnico de Turín, argumenta que debido al gran número de edificios históricos que necesitarían ser adaptados a la normativa, “sería mejor utilizar técnicas antisísmicas tradicionales para reforzar los edificios más antiguos, ya que son mucho más baratas y pueden ser implementadas en un tiempo menor.” Fuentes: Valiglia Blu, Il Fatto Quotidiano, Normativa Antisístimica Italiana
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